sábado, 19 de julio de 2008

Adaneando


Apagados los ecos de las explotaciones mineras en la década de los años veinte, agotados los filones de galena argentífera, sierra Almagrera presenta a día de hoy su peculiar perfil tortuoso, salteado de torres, conducciones y otros ingenios humanos en total ruina; por contra sus calas de complicado acceso brindan al visitante un perfil más amable, como la que llaman del Peñón Cortado, un inmenso arco excavado en la roca para acceder a una profunda galería.
Allá se dirigió el nómada para pasar una mañana de lunes, ‘adaneando’, palabro que acabo de inventar y que sugiere emular al cónyuge de Eva, en aquel lugar idílico donde no alcanzaba crisis alguna. Por unas horas me sentí transportado en el túnel del tiempo, hasta que a medio día llegó un grupo familiar con bañadores ‘de cuello alto’ ellas, calzonas tipo Fraga ellos. Al menos cada clan respetó la indumentaria y la otredad en el concepto del pudor.
No tan tolerante ha sido la policía local de Málaga, quien en el día de ayer impuso una
multa a un taxista por conducir en su jornada laboral con pantalones piratas, cabe preguntarse: si en lugar de un hombre hubiera sido una mujer joven faldicorta, la decorosa reacción de los agentes del orden como su Dios manda, ¿consistiría en tirar de boletín de denuncias? La explicación a estas ordenanzas municipales sexistas, destiladas del más rancio franquismo, casan muy bien con la derechona que controla la casona municipal. Solo falta que distribuyan CD, para que obligatoriamente, en los taxis suenen himnos marciales, por ejemplo el “Cara al Sol” en pleno estío, lo que iría muy acorde con este talante, así activamos la máquina del tiempo.

jueves, 17 de julio de 2008

La Bolsa del Mediterráneo


A las cinco de la tarde como en el poema de García Lorca, pero en lugar de tragedia algarabía en el puerto de Garrucha, es la hora de la subasta en la lonja, todo son movimientos apresurados, carreras, palabras a medio pronunciar, gestos que completan una jerga para los más avezados. Los palangreros y otras embarcaciones de pesca artesanal disputan su particular carrera por atracar en los muelles más próximos a la descarga, la fábrica de hielo dispensa su mercancía con generosidad cuando el termómetro se aproxima a los 30º C.
A pesar del imponente pargo que duplicando una caja convencional, la estrella de la cotizaciones, en este parquet tan peculiar, es la gamba roja de Garrucha, atrás quedó el vocerío ametrallado del subastador, ahora todo se controla por una red informática, los compradores van armados de una PDA, que disparan en el límite del tiempo de la puja.
El Mediterráneo prodiga sus frutos en las proximidades del Cabo de Gata, algunos desaprensivos han calado mallas con espesores inferiores a los permitidos, al atracar advierten la presencia de la inspección, por lo que se dedican a dilapidar por la borda un montón de capturas que solo servirán para alimentar gaviotas y lisas. Es hora de que pongan punto final a estas aviesas prácticas de pan para hoy y hambre para siempre.
Al día siguiente sonarán los pregones en el mercado: “¡Que lo traigo fresquito, ay recién ‘sacaíto’ de la mar, no ves niña que están vivitos, de Garrucha los llevo…!”.
Como dice mi amiga Marikilla huyo de las tentaciones, pero despacito, por lo que me alcanzan a tiempo, es decir compro acciones rojas para acompañar a un vino de aguja.

martes, 15 de julio de 2008

Cala de los Muertos



Como Pepe Isbert encarnado en máximo edil de Villar del Río en Bienvenido Mister Marshall, cuando asomado al balcón largaba aquello: "como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y como os la debo os la voy a dar, como acalde"...
En realidad el nómada nunca ha sido alcalde de nada, simplemente prometió la traída de imágenes agradables, de lugares recónditos y a ello me dedico.
Esta cala, perteneciente al cabo de Gata, se halla a medio camino entre Carboneras y la aldea de Agua Amarga, hay que tomar la carreterita que trepa hacia la Mesa Roldán, a mitad de la subida se pueden ver las indicaciones sobre este paraje, se ha habilitado un aparcamiento al solijero pleno, para que el coche termine como un micro ondas, luego de un escarpado sendero de unos 500 metros se llega a un lugar de ensueño.
Por lo menos el viajero con fantasía se dedica a recrear leyendas propias, tal vez la erosión sobre las rocas sea el resultado del espíritu de los muertos, que arrastrados por las corrientes han arribado a esta ensenada a lo largo de los siglos, para luego expresarse mediante teleplastias, que lo mismo vienen los de IV Milenio a comprobar mi hipótesis. Ese gran peñasco con especie de patas (rocas 13), pudiera ser una foca monje (macho), que fue petrificada por el celoso Apolo, quien no consentía que ojo alguno se posara sobre su amada, mientras él la penetraba con sus rayos, por lo que al aproximarse curioso mamífero marino a contemplar las curvas prohibidas, fue presa de la maldición, menos mal que hallé semi desértico el paraje. Otras formas evocan rostros que cuentan sus vivencias en lenguas de las que poco acierto a entender.
En esto que desperté de mi siesta y me sumergí en el amigable turquesa que brindaba el Mare Nostrum ese día. Completé la jornada con la subida a Mesa Roldán donde un solitario faro goza de vistas únicas, junto a una antigua torre artillada que conoció mejores tiempos, desde aquella atalaya se contempla el bostezo de Agua Amarga.
Consejo: llevad agua potable sin miramiento, aquello es el desierto, de lo contrario se pueden padecer alucinaciones, aunque lo mismo son provechosas.
Último mensaje de radio: despachado a órdenes para desembarcar en el puerto de Garrucha con pescado fresco.

domingo, 13 de julio de 2008

Buscando el ayer


Más quemado que los personajes del desfile del fuego que luego hallé en Garrucha, me tenían tantos exámenes, eso sí, tuvieron su recompensa, para desquitarme puse rumbo a Levante con idea de resarcirme de tanto tiempo incinerado.
Ha llovido muy poco en esta parte, desde que Juan Goytisolo escribió “Campos de Níjar” allá por la década de los 50, pero el ladrillo y los invernaderos han invadido buen parte del paisaje de tal modo que el actual núcleo de Campohermoso no es más que un erial colmado de polietilenos e infraviviendas, donde se cultivan tomates con delicioso sabor a plástico. Mejor será dejar aparcado este capítulo de valoraciones y centrarse en algo más banal, para evitar chamuscarse, ya que todo podría convertirse en una pesadilla plagada de dragones que vomitan llamas contra toda una plaga de “creadores de riqueza” que velan por el bienestar de las impolutas concejalías de urbanismo.
Así pues, uso mis técnicas de fotografía para captar otros entornos más amigables de Las Negras, paraje del que guardo el recuerdo personal de una anciana, envuelta en riguroso luto, pañolón incluido que a lomos de una borriquilla, me vendió los tomates más sabrosos que comí en vida, claro que aquello ocurrió en 1987. Aún conserva esta aldea síntomas de paraje agreste y sabor a rebeldía rural, si bien asoman en lontananza monstruos de hormigón, tal vez lo más prudente será cuidarse de arremeter contra los escasos molinos con mis débiles lanzas, sino enviar misiles de ironía.
No obstante si queda una playa donde perderse es La Cala de los Muertos, de la que me ocuparé en la próxima descarga.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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