
Risa, mujeres, agua… cuando yo me haya ido, de eso tendré nostalgia.
Yo no tengo madera de santo ni de barca.
(Cuando yo me haya ido –que triste que me vaya- de esta madera mía que hagan una guitarra).
Tal vez por ello el otrora faro marinero se quedó varado en medio de un jardín, como un bote sin patrón ni rumbo.
Con el blog me pasa como este faro con la mar, lo veo desde lejos sin poder alcanzar mis cortas luces a los destellos que se reflejan en la mar.
