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Orquesta del café Quadri. Venecia. Italia. |
C
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uando el diablo no tiene nada
que hacer mata moscas con el rabo. La alcaldesa madrileña, a la que considero
más inútil que contratar a una top model para disfrazarla de Don Pim Pom, se
saca de la manga un bando, para que los músicos callejeros se examinen y se les dote de carné, si quieren ejercer su arte en el foro.
Una
Junta Municipal decidirá sobre el virtuosismo de quienes lanzan sus notas al contaminado
aire capitolino. Pretende el consistorio discernir entre música callejera real y
la mera obtención de unos eurillos con cualquier excusa. Lo cual viene a ser
como discutir el sexo de los ángeles en inglés ‘made in’ Botella.
Estas
“sesudas” decisiones del cabildo dejan a las claras sus carencias.
§
El ayuntamiento tiene como prioridad ocuparse del
oído de los transeúntes, que no sufren por el ruido de las obras, el tráfico, etc.
Sino por los ocasionales desatinos de las fusas y semifusas de los improvisados
intérpretes.
§
Los colegios y residencias de la tercera edad quedan
vetadas para los trotamúsicos. No sea que algún ancianito se disloque la cadera
al arrancarse a bailar un chotis o un fandango. Los menores que sigan creyendo
que la música sólo existe en Internet o en la Play.
Manda
narices cobrar con cargo al erario para lanzar tales normas y zarandajas.
Os dejo
con unas imágenes de las orquestas que deleitan la noche en la plaza San
Marco de Venecia.