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Imagen generada con un software de fractrales. Todo es pura matemática. |
A
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quella madrugada el pintor de
ciclogénesis ignoró el cambio de hora, tomó sus pinceles. A lomos de los cúmulos
trenzados con besos de su amada, llegó a los estratos dónde le recibieron las
musas caprichosas, en el jardín de los 930 hectopascales.
Ellas le
regalaron una veintena de azules mágicos. Él coloreó las isobaras según
recordaba las noches de pasión, en el asiento trasero de un coche familiar. La
cúpula de la ilusión se llenó de formas vivas. El artista se dejó caer, entre
gotas de rocío, hasta el minúsculo jardín de los encuentros furtivos. La pareja
giró como un tornado, dejaron tras de sí una estela tormentas tropicales que me
dejaron empapado.