
Tal vez mejor quedarse en una casa como ésta, que bien pudo servir de inspiración a Manuel Alcántara cuando dijo:
"No me salen las cuentas cabales,
me falta una golondrina
y me sobran tres cristales".
Por lo tanto este viernes soleado, siquiera sea desde la orilla, toca buscar un pasillo y acercarse al Mediterráneo, en Torre del Mar, desahogar la moto a 9.000 rpm, escalar con la vista desde el limpio horizonte acostado hasta la cumbre de la Maroma que a modo de Santa Claus luce peluca y barba blanca. Tanta luz merece rematarse en torno a una buena mesa, alejada de las obligadas comida de empresas, con algunas especies marinas sabiamente condimentadas en algún rincón cuyo nombre callo, para evitar que se colme de adeptos.
Es hora de subirse al balancín de los blogs, empezar a juntar y jugar con las palabras, lejos de las
hormas de algunas mentes cuadriculadas con mando en plaza.
Cierto que no todos deben meterse en el mismo saco, pero el yute está que revienta con tanto claustro prisionero.
Al menos hoy me siento liberado para componer con otra perspectiva.