Arrancaron con mano de santo aquella flor del altiplano boliviano, la seguridad de un convento de clausura en la España, cuasi Edén a juzgar por los retazos de televisión que allá llegaban, trocaron las penurias de horizontes abiertos de la adolescente por los muros circunspectos, con olor a bizcocho de leche y mantecados con matalahúva en Navidad. Pasó de levantarse de amanecida, con su padre para ir a la ciudad, por unas campanas reguladoras hasta la respiración bajo esos hábitos de novicia, que apenas podían disimular esa eclosión de vida, le costó a la superiora domar esa risa franca en susurros perdidos. 
El deterioro de unas cubiertas hizo que llamaran a Paco, el albañil de toda la vida, quien como buen maximizador del lucro tenía dóciles empleados del Magreb. En la semana que duraron las obras, Brahím y Melissa tejieron un acueducto de miradas y frases, tan breves como certeras. El estrambótico plan funcionó a la perfección; justo antes de recoger las herramientas, ella acurrucó su cuerpo menudo en el interior de la hormigonera, por lo que de esta suerte huyó con su nuevo amado, entre sacos de yeso y cemento a medio consumir.
¿Por qué iban a esperar a la noche? Dejaron la furgoneta en el vado permanente de la espera, se internaron en los baños árabes y allí desplegó ella toda la luz de su cuerpo de noches en vela. Colinas vírgenes se enrocaban bajo los espasmos de un baño de complicidad; sobran tanto
las palabras como los ropajes bajo la cúpula del deseo en erupción.
Todavía carece de papeles, pero desempeña el mejor rol, vive asida a la espiral diaria de volver con su amante.
El deterioro de unas cubiertas hizo que llamaran a Paco, el albañil de toda la vida, quien como buen maximizador del lucro tenía dóciles empleados del Magreb. En la semana que duraron las obras, Brahím y Melissa tejieron un acueducto de miradas y frases, tan breves como certeras. El estrambótico plan funcionó a la perfección; justo antes de recoger las herramientas, ella acurrucó su cuerpo menudo en el interior de la hormigonera, por lo que de esta suerte huyó con su nuevo amado, entre sacos de yeso y cemento a medio consumir.
¿Por qué iban a esperar a la noche? Dejaron la furgoneta en el vado permanente de la espera, se internaron en los baños árabes y allí desplegó ella toda la luz de su cuerpo de noches en vela. Colinas vírgenes se enrocaban bajo los espasmos de un baño de complicidad; sobran tanto
Todavía carece de papeles, pero desempeña el mejor rol, vive asida a la espiral diaria de volver con su amante.
PD. Las últimas imágenes corresponden a los baños árabes de los Reales Alcázares de Jerez de la Frontera (Cádiz). El texto pura fantasía.