Frigiliana

Ha llegado el día señalado del Pilar, felicidades a ellas, algo había que hacer, descartando la tele y la parafernalia militar que no me cautivan, puse rumbo a Frigiliana (Málaga), pequeño pueblo ubicado en el extremo oriental de la Axarquía, por encima de Nerja.
Fixniana como decían los árabes es hoy un municipio que está en plena eclosión inmobiliaria, o sea de guiris hasta la bandera, por lo que es temible que termine como tantos otros de la esquilmada costa mediterránea.
Al comienzo de mis andanzas por el barrio alto o “Barribarto” que dicen las gentes de aquí me sale al paso el ingenio Ntra. Sra. del Carmen, dinosaurio industrial que conoció tiempos más dulces como gran centro de transformación de la caña de azúcar, hoy día único lugar de Europa en que se envasa miel de caña, condimento insustituible de algunos platos como las berenjenas fritas, lo mejor es cortarlas finas y ponerlas a remojar en cerveza durante unos 5 minutos, luego se secan con un paño, se rebozan y se fríen en aceite muy caliente, para terminar sirviéndolas como postre con la dicha miel por encima.
Coincido este día con muy concurrido y variopinto personal: guiris con aires de Coronel Tapioca, beneficiarios del IMSERSO y unas engalanadas y atractivas mozas que hacen gala de sus dotes de funámbulas, desafiando la ley de la gravedad al caminar con unos estiletes de tacones sobre unas calle empedradas con chinarros hacia la parroquia donde se celebra una boda. Las comadres murmuran que la novia es perenganita de tal, que está gorda, que sus progenitores también. Me limito a constatar que, ironías del destino, el descapotado auto que la transportaba aparcó en una zona de carga y descarga. (Este autor declina hacer comentarios propios sobre cuestiones estéticas de la novia, se limita a recoger las palabras de terceras personas y los hechos).
Me entretengo en capturar el paisaje local, en ir desgranando la historia que se ofrece en los murales de cerámica sobre los avatares bélicos de las tropas cristianas, contadas por cronistas de la época, contra los antiguos moradores devotos de otro credo, me llama la atención especialmente una que se expresa así:
“Hubo algunas Moras que pelearon como esforzados varones, ayudando a sus maridos, hermanos e hijos y quando vieron el fuerte perdido, se despeñaron por las peñas más agrias, quiriendo más morir hechas pedazos que venir en poder de Christianos. A otras no les faltó ánimos para ponerse en cobro con sus hijos en los hombros, saltando como cabras de peña en peña”.
Llega la hora de la pitanza y como no me han invitado a la recepción en el Palacio Real, me encamino sin vacilación hacia “La Bodeguilla” un restaurante que regenta Rosario, donde hallo una terraza con unas panorámicas únicas, una cocina tradicional y el familiar trato de su dueña.
Decido hacer el retorno dando un rodeo por la MA-9012 una carretera con pésimo asfalto que se dirige a Torrox, otro día le tocará el turno, y disfruto de las vista del iridiscente Mediterráneo bañando la costa hasta los acantilados de Maro y Cerro Gordo.
Quedan convidadas vuesas mercedes a la visita de este enclave.