Miércoles Santo, las carreteras registran colapsos importantes, con muchos automóviles camino de las procesiones, el nómada nunca fue hombre de trono, ni el fervor cofrade le quitó el sueño, pero sí le atraen las alturas, el diálogo de la montaña que permite escuchar tus más raras fabulaciones, esa visión de ave sobre una ínfima parcela del planeta que te eleva por encima de tus miopías materiales.
Dejo un centro que bulle y hace cábalas por el desfile de tropas junto a representaciones supuestamente sagradas, presidido todo por una magnífica tribuna digna de un auto sacramental de la edad media acondicionada con mullidos sillones para las excelentísimas autoridades del siglo XXI. La reventa de sillas en todo el itinerario echa humo como si de un Madrid - Barça se tratase, será una prueba de la devoción popular por espachurrar un buen puñado de euros.
La maroma un pico de relativo fácil acceso, para quien se halle en forma y esté dispuesto a caminar ocho horas, es hoy punto de mira de mis andanzas, bueno hasta donde la rodilla aguante me digo.
El acceso desde el área recreativa el Robledal en las proximidades de Zafarraya ofrece la cara más amable del ascenso, antes de llegar a la adecuación me salen al paso los últimos almendros en flor, en otras latitudes más sureñas ya desnudaron su blanca lencería para vestirse de verde.
El bosque de coníferas que acoge al visitante lo sume en aromas de contraluces y musgos, un concierto de pajaritos entreabre el telón verde oscuro que la naturaleza ha tejido y lo disponen para atacar el ascenso a un dos mil, total sólo son 800 metros de desnivel. A poco que se supera el cruce de barracones se alza soberbia entre un mar de nubes Sierra Nevada en dirección Nordeste-Este y desde de allí regala su moderado viento que a 1.700 metros de altitud, en medio de formaciones basálticas que algún transeúnte aprovechó para construir un improvisado refugio, deja la temperatura en poco más de cinco grados. He superado el mal de altura y de hartura, pero la cascada articulación ha puesto su grito en el cielo.
Tras un bocata de chorizo -sabe a gloria ingerido cuan lagarto pegado a su roca soleada- vuelvo sobre mis pasos maldiciendo la torpeza de la ciencia médica en resolver estas cuestiones en la ciudadanía de a pie, mientras opera milagros con los deportistas de élite, se dirá que están hechos de otra pasta. Sí de mucha pasta.
El retorno a la urbe se complica en los accesos a la capital, mientras los prepotentes coches de más de 24.000 euritos se eternizan, más parados que aviones de mármol por el carril izquierdo en su afán de adelantar, el conocedor de los recodos se zafa por la derecha y se va pensando en una tortilla de espárragos recogidos en alguna recóndita cañada con alguna torrija de postre para compensar tanto gasto calórico.
Dejo un centro que bulle y hace cábalas por el desfile de tropas junto a representaciones supuestamente sagradas, presidido todo por una magnífica tribuna digna de un auto sacramental de la edad media acondicionada con mullidos sillones para las excelentísimas autoridades del siglo XXI. La reventa de sillas en todo el itinerario echa humo como si de un Madrid - Barça se tratase, será una prueba de la devoción popular por espachurrar un buen puñado de euros.
La maroma un pico de relativo fácil acceso, para quien se halle en forma y esté dispuesto a caminar ocho horas, es hoy punto de mira de mis andanzas, bueno hasta donde la rodilla aguante me digo.
El acceso desde el área recreativa el Robledal en las proximidades de Zafarraya ofrece la cara más amable del ascenso, antes de llegar a la adecuación me salen al paso los últimos almendros en flor, en otras latitudes más sureñas ya desnudaron su blanca lencería para vestirse de verde.
El bosque de coníferas que acoge al visitante lo sume en aromas de contraluces y musgos, un concierto de pajaritos entreabre el telón verde oscuro que la naturaleza ha tejido y lo disponen para atacar el ascenso a un dos mil, total sólo son 800 metros de desnivel. A poco que se supera el cruce de barracones se alza soberbia entre un mar de nubes Sierra Nevada en dirección Nordeste-Este y desde de allí regala su moderado viento que a 1.700 metros de altitud, en medio de formaciones basálticas que algún transeúnte aprovechó para construir un improvisado refugio, deja la temperatura en poco más de cinco grados. He superado el mal de altura y de hartura, pero la cascada articulación ha puesto su grito en el cielo.
Tras un bocata de chorizo -sabe a gloria ingerido cuan lagarto pegado a su roca soleada- vuelvo sobre mis pasos maldiciendo la torpeza de la ciencia médica en resolver estas cuestiones en la ciudadanía de a pie, mientras opera milagros con los deportistas de élite, se dirá que están hechos de otra pasta. Sí de mucha pasta.
El retorno a la urbe se complica en los accesos a la capital, mientras los prepotentes coches de más de 24.000 euritos se eternizan, más parados que aviones de mármol por el carril izquierdo en su afán de adelantar, el conocedor de los recodos se zafa por la derecha y se va pensando en una tortilla de espárragos recogidos en alguna recóndita cañada con alguna torrija de postre para compensar tanto gasto calórico.
18 comentarios:
Qué bonitas imágenes primaverales, Nömada... me gustó mucho esa descripción de tu excursión, hasta con bocata de chorizo :). Un abrazo.
Las fotos, magnificas. Te envio un saludo, desde esta tierra mía, donde paso unas semanas. Con la pena del miércoles pasado por agua, y un jueves de truenos y relámpagos. Tu texto, como siempre, tiene todos los elementos que me gustan.
Pilar, Rincón de la Victoria
Bellas imágenes acompañadas de tan grata escritura. Muy bueno Abrazos
que hermosas fotos...
por aquí paso y te dejo un abrazo
Rox
Parece como si estuviera allí.
Un placer leerte y adentrarme por ese bosque.
La verdad muy bien escogido tu nombre nómade, para suerte nuestra, así nos vas adentrando a un lugar de nuestro planeta que de otra manera nos sería muy dificil conocer y nos perderíamos de esa maravilla, por otro lado encuentro en esa forma de pasar el día de viernes Santo un mayor sentido, estar en contacto directo con la naturaleza creo es un homenaje a la creación y una forma de ser agradecido.
Abrazoss desde mi sur
tÍO, QUÉ BIEN TE EXPRESAS, LEÑE. y LAS FOTOS, HUMM... pUEDO PEDIR LA DEL ALMENDRO PARA UNA DE MIS MINIATURAS? aH, SI ME MANDAS MÁS, YO LAS PONGO Y DIGO QUE SON DE MI NÓMADA, ¿VALE?
UN BESIN, YA ESTOY EN CASA.
Pues que las imágenes que me has evocado me han recordado a mis vacaciones de semana santa ;)
Estabas conmigo?
Me gustó tu blog, si me dejas, me lo quedo :)
Besos
Pueden tomar cuantas fotos necesiten citando al autor de las mismas.
Encantado de que sea de vuestro agrado.
Saludos desde el fin de la penitencia.
Hola Nómada, hermosas fotos, eres todo un artista de la fotografía.
Bueno, creo que en SEMANA SANTA es mejor no salir, ya que la ciudad queda vacía, una delicia, silencio casi total. Salir de excursión es un dolor de cabeza, tooodo está lleno, las carreteras congestionadas, adem´s aprovechan para subir el precio a todo, nooo, ya no aguanto. Prefiero irme a una playa cerca de mi casa.
Saludos, te dejé unos huevitos de chocolate en mi blog por Páscua de Resurreciión
Hola, Nómada. :)
Lo que de verdad resulta una penitencia (semanasantera o más incluso) es no poder gozar de cuando en cuando de escapadas como la tuya.
Bonitas , bonitas las imágenes.
:)
Preciosas fotos, y estupendo post. Tienes un premio en mi blog blumuneando.
Abrazos.
Que imagenes más chulas... y la manera que nos la cuentas me ha encantado! parecia como si yo misma lo viviera..ya estoy casi cansada de subir y subir..jajaja..
Crees que me he ganado un par de torrijas?..ya sabéis por el esfuerzo...ja..
abrazos..
POR CIERTO?.. TIENES ALGO EN MI BLOG PARA TI!..
Belas imagens com um escrito muito bonito.
Saludo
Belas imagens com um escrito muito bonito.
Saludo
El conseguir 'triunfar' ante el bullicio de la 'hora punta' en una semana santa tiene su don... No lo niegues!
:-)
Aca de paso te saludo esperando nuevas fotos cargadas de luz.
abrazos
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