Qué doctores tiene la iglesia

Cumplido el trámite del “walpurgiano” examen de métodos, es hora de aflojar un tanto las riendas al potro que se me agolpa, de tanto tenerlo petrificado entre descabelladas gárgolas que vomitan saberes estériles, uno halla perlas entre los apuntes tan finiseculares como: “El sistema de observación de expertos es aquel que se compone por un conjunto de expertos…”.

La magna retórica no es obra de un bandolero del periodismo, que asalta la RAE una tarde cualquiera durante un “talk-show” televisivo, en pleno saqueo del “share” ajeno, sino ojo, de alguien con mando en plaza en la “facu” de Ciencias de la Comunicación, sagrada convención de exégetas de la redacción.
Es hora de tomar un respiro, aunque caiga la noche sobre los examinadores y se retiren a sus celdas, ya les llegará la insolente madrugada y lanzarán de nuevo sus atronadores maitines para que comulguemos con otras ruedas de molino, más pesadas si cabe entre tanta sensatez gótica, más de uno mendigamos un aprobado.
De momento recta media, aflojo el puño, subo un par de marchas y el casco por encima de la cúpula; dejo las estriberas lejos del asfalto.