
Por azar dos manos coincidieron aquella noche, justo en el pretil sobre el río Moldava, donde riadas de turistas repetían, sin mucha credulidad, el ritual tan sobado por los guías de todos los pelajes: pedir un deseo con toda el alma, para que se convierta en realidad. Un cruce de miradas ensambló de un plumazo todas las piezas, rotas por el camino de años.
Los destinos de Ana y Alberto, hasta entonces completos desconocidos, quedaron trenzados a partir de una noche especial. Cena en un restaurante modesto de la calle Nerudova, marcharon comprimidos los labios en el destartalado tranvía de la línea 11. La contabilidad de las paradas hasta el hotel de ella falló, por lo que terminaron junto a un antiguo depósito de locomotoras de la época rusa.
A la una de la madrugada aquella periferia de bloques “paneliski”, tan clónicos como oscuros, se convirtió en el naufragio más desesperante. Casi a tientas, recorrieron en sentido inverso los raíles de aquel pérfido enviado del dios Caos. Al cabo de 800 metros doblaron una cerrada curva, que albergaba la parada clave que antes pasaron de largo. El ritmo cardiaco saltó a anaeróbico, al divisar cinco manzanas más allá el débil rótulo con la palabra mágica: hotel Europa.
Los destinos de Ana y Alberto, hasta entonces completos desconocidos, quedaron trenzados a partir de una noche especial. Cena en un restaurante modesto de la calle Nerudova, marcharon comprimidos los labios en el destartalado tranvía de la línea 11. La contabilidad de las paradas hasta el hotel de ella falló, por lo que terminaron junto a un antiguo depósito de locomotoras de la época rusa.
A la una de la madrugada aquella periferia de bloques “paneliski”, tan clónicos como oscuros, se convirtió en el naufragio más desesperante. Casi a tientas, recorrieron en sentido inverso los raíles de aquel pérfido enviado del dios Caos. Al cabo de 800 metros doblaron una cerrada curva, que albergaba la parada clave que antes pasaron de largo. El ritmo cardiaco saltó a anaeróbico, al divisar cinco manzanas más allá el débil rótulo con la palabra mágica: hotel Europa.
12 comentarios:
Qué bella historia, son fotografías del alma de las palabras, sabias , nunca mejor dirigidas para disparar la imaginación, besos
hUMM... PRAGA ES MÁGICA, LA CONOCÍ CON 17 GRADOS BAJO CERO, NEVADAA TOPE, PARECÍA UN CUENTO DE CARLITOS DICKENS.
¿cUÁNDO PASAS POR MADRIS?
Deambulando en el caos de la red, llegué hasta este lugar ameno y entretenido. Tu texto me parece encantador, elegante y sentido.
El anterior, genial... Con tu permiso voy a seguir leyendo.
Encantada y hasta siempre.
Soco
Praga, ciudad en la que nunca he estado y en la que nunca esté muy probablemente, me trae extrañas imágenes.
De todas ellas creo que me quedo con las de Jan Svankmajer.
Jooooo que chulada de historia!
El destino es así de puñetero, cuando menos te lo esperas...zas!
Besicos
Vaya historia... Muy bella.
Me gusta la fotografía.
Un abrazo grande.
Aunque más cerca, tampoco yo he estado en Praga. Quién sabe, quizás visitarla es algo que esté en mi futuro ... pero tendré en cuenta tu historia.
Yo he visto fotos de Praga absolutamente maravillosas...
Aún asi toda ciudad denoche adquiere una magia espectacular y no pongo en duda de que los protagonistas de este relato lo hayan pasado "chachi" en cuanto atravesaron el umbral tan buscado: )
O no? ^^^
Besos!!
Pues Nomada.. tiene que ser que estoy un "bocado", espesa.. pues no sé si acaba bien o mal la histora..
Vamos que si llegan al Hotel Europa... y están juntos y tal.. pues bien..
En fin ya me contaras.
Besos
Una historia para película romántica en una bella ciudad. No he tenido la suerte de viajar fuera, pero no me importaría vivir algo parecido en cualquier puente de cualquier ciudad española (que no me caerá esa breva).
Besines alegres:))
Uiii.. que se me olvidaba, pasa a subirme la nota, porfapliss, que estoy en un sin vivir, sin dormir, sin planchar..
Besos esquizofrénicos:))))
Menuda aventura... Una vez yo también me perdí con nocturnidad y extranjería. Iba bien acompañada, pero da igual, ¿verdad?, da igual porque el cielo es negro y desconocido, y las casas tampoco te reconocen.
Aprovecho esta entrada para desearte un agradable viaje.
Publicar un comentario