Tierras de Castilla I

Muralla de Sepúlveda. Segovia

Patrulla de reconocimiento

Torre de la Queda. Sepúlveda

A

Nda el personal con el rostro un tanto mustio. El dejar las procesiones en su templo por la lluvia provoca alguna que otra lágrima. Por unos días la fe o como quiera llamarse, en esta tierra se sublima con la algarabía callejera.

El autor de este blog hace bastantes años que no milita en las filas de los espectadores semana santeros. Llegados estos festivos en el calendario prefiere salir al encuentro de la naturaleza. Vuelo para tratar de evocar con la cámara al gran maestro Félix Rodríguez de la Fuente. Casi rozo la agorafobia en esta urbe, que mide su fervor por el aumento del turismo.

Cabello de ángel en reposo

Echo de menos ese “Nini” de Miguel Delibes al que alguna vez me aproximé de lejos, en un pueblo andaluz. En cierta ocasión mis padres me desalojaron de mi mullida cama, con colchón de lana, para asignársela a unos huéspedes. Como no estaba dispuesto a consentir tal degradación, subrepticiamente até el cencerro de una cabra a los muelles del somier, con lo cual los intrusos apenas pudieron pegar ojo en toda la noche. A mí me costó conciliar el sueño, pero fue de la risa floja al escuchar el tintineo en la habitación cercana.

Buitres Leonados. Río Duratón

Buitres sobre una térmica

En esta ocasión he puesto rumbo a las hoces del río Duratón. Sepúlveda ha sido la población elegida como base de las incursiones por aquellos lares. En próximas entradas tendréis abundante material gráfico al respecto.