
Hay toda una pátina de tiempo encima, como un cristal muy empolvado que no deja ver sino destellos fugaces; los años no perdonan y sólo queda un poso de afectos, de personas, un disco duro fragmentado y con muchos virus, en el que hay sitio para muchos ficheros, para contactos, favoritos e imágenes con la resolución amena.
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