En el sendero, que comunica Contadoras con Poco Pan, Nómada da rienda suelta a los perros de su imaginación, apunta que por un fin de semana toma posesión de cualquiera de estos predios, organiza una reunión del personal bloguero, para disfrutar de la “gastrosofía” (término que acuñé en referencia a los foros en torno a una buena mesa). En el orden del día podrían figurar la improvisación de entradas en el blog, según fueran sobreviniendo por la influencia de zascandilear por el entorno, o sea aquí te pillo y aquí te plasmo.
Como contrapartida no vendría mal un aperitivo a base de lomo adobado, vino de la Axarquía, un tazón de ajo blanco con uva moscatel –dicen que fue invento de moros-, una porra estilo Humilladero –allí el pan es centro de toda pitanza- bien regada con aceite de oliva virgen extra, para evitar la maldición aquella de: “Permita Dios que te siente como una porra sin aceite”, (en otra ocasión daré la receta, es plato bien distinto de las porras que llaman en Madrid a los churros), para postre las granadas, moras e higos que se ofrecen en algunos rincones de estos parajes, semiocultas entre los pinos, estas laderas hoy pobladas de coníferas en su mayoría antes fueron fértiles viñedos, hasta que la filoxera hizo estragos.
Me bajo de la nube, vuelvo sobre mis pasos hasta reencontrarme con la red, que aprovecho para divulgar mis ocurrencias y convidar al irreal banquete a quien tenga la paciencia de llegar hasta aquí.