Oslo se erige en punto de partida y final del periplo por tierras noruegas, al igual que estas aves tenemos una fecha de retorno. La ciudad, pese a tener un término municipal muy extenso, cuenta con un centro histórico que puede recorrerse en un día. El tráfico es escaso debido al considerable peaje que tienen que desembolsar quienes hacen uso del coche en la ciudad. Un sistema de cámaras de vídeo se encarga de controlarlo al milímetro.
El edificio de la ópera constituye todo un reto arquitectónico, una concatenación de planos y curvas donde la luz acaricia el interior en su punto justo.
El parque Vigeland se brinda muy fotogénico, sus conjuntos escultóricos representan escenas, desde lo más cotidiano hasta metáforas sometidas a múltiples interpretaciones. Los seres representados en las rejas, al modo de dioses etéreos, cobran vida por encima de los visitantes.
Ya dejo de dar la tabarra con este intenso trayecto, para buscar otras interpretaciones. Espero que la serie haya sido de vuestro agrado.