lunes, 1 de marzo de 2010

Aldaba prieguense



La festividad de Andalucía es un buen pretexto para escapar de las inhóspitas alambradas de la cuartelera asignatura de Tele. Dejemos que los prebostes de la Junta empleen su tiempo y un pellizco del erario en hacer gorgoritos con el himno y la imposición de medallas a sus fieles allegados. Nunca las banderías tuvieron mucho imán para este ciudadano del mundo.

Vistas de Sierra Nevada en Salobreña (anterior post)

Priego de Córdoba hizo sonar la aldaba del recuerdo y atrajo mis pasos y mis kilómetros. Si bien creo haber mencionado con anterioridad este enclave, merece la pena dejarse llevar por la generosa Fuente del Rey, discurrir entre tiestos de geranios, por las callejas del barrio de la Villa para desembocar en el paseo del Adarve. Ya que el líquido elemento sirve de hilo conductor del visitante, nada mejor que terminar almacenando energías en los sótanos de un antiguo castillo árabe, protegidos por gruesos cristales que hacen de suelo, justo encima del aljibe, no se trata de un centro de visitantes de arqueología, sino de un restaurante que sorprende por lo insólito, recóndito y su recatado oropel.
Los nostálgicos de los viejos cacharros también coincidieron con el nómada y sus colegas, en medio de un día desapacible se plantaron allí con algunos modelos semidescubiertos de principios del siglo pasado, más bien ideados para romería de mayo que para la ciclogénesis que nos transita. Baste decir que los ocupantes iban envueltos en gruesas mantas, como recién rescatados de un naufragio en aguas de Terranova.
Para naufragio el que está sufriendo en sus carnes la población Chilena, donde la tierra se sacudió de encima centenares de víctimas y millones de ilusiones en cuestión de segundos. Mientras la clase dirigente saluda al tendido como si nada hubiera pasado.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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Tratando la conjución de ocurrencias e imágenes. No pongo música porque se cabrean los de la SGAE.