Que no les falte ni gloria a la defensa de los imputados en el caso Malaya, léase J. Antonio Roca, Julián Muñoz y otros personajes tan influyentes, que hasta se relacionaban con el presunto implicado en el caso “Goldfinger”. Un convenio que transmutó una vivienda unifamiliar junto al mar en 72 viviendas de lujo. Esto sí que fue crear riqueza, con la bendición del entonces consistorio marbellí.
Cien togas de reserva aguardan, por si algún letrado despistado deja la propia en casa. Cosa que no sería de extrañar, puesto que tienen ante sí la encomiable tarea de demostrar la inocencia de sus patrocinados. Ya se sabe que hay que cuidar las formalidades, no sea que por carecer del terno adecuado se malogre el juicio de los malayos. Cabe preguntarse, si para cualquier trámite que deba realizar un españolito de a pie en el juzgado, hallará tanta providencia de medios y hasta contertulios televisivos dispuestos a defender la cuadratura del círculo.
Supongo que los restaurantes de la zona habrán hecho acopio de viandas para los días que se avecinan. Así podrán ofrecer menús del día como chorizo a la costera de entrante, pavo con guindillas para templar la panza y uvas a lo Lazarillo de Tormes para aliviar la digestión del personal. Téngase en cuenta que la Ciudad de la Justicia estará cercada de “sopotocientas” mil cámaras y micros, que los curritos de la prensa algo habrán de comer, al final todo es cuestión de “cash flow”.