Los embalses del Guadalhorce, más conocidos popularmente como el pantano del Chorro, marcan este domingo el destino de un nómada abrumado por una semana intensa, dominada por la comunicación institucional, algo así como estructurar una herramienta de comunicación, para emitir información que glose la tarea de quienes rigen los municipios.
Se me ocurre a bote pronto crear una web dominada por un logo, compuesto por un chorizo XXXL que ocupe todo el ancho de la pantalla, que sirva de cobijo al lema: “Todo por la saca”, a la izquierda un “gif” animado de un buen jamón de pata negra, más que nada para recordar a la ciudadanía que se acerca la navidad, sutil insinuación de cómo hacer feliz a la sufrida élite del consistorio.
Ordenados en columnas, varios textos con letra muy clara e “hipervinculados” a las recalificaciones milagrosas; unos cuantos botones con destellos dorados, para indicar la ruta de los pagos en caja “B”; unas imágenes de transición desde unas zonas silvestres (en sepia, que dan idea de cosa ajada), a otras en alta resolución de adosados rampantes por la faldas de un cerro. La pega es que todo el mundo lo sabe, la clase política es absolutamente incorruptible; por lo que tomarían a chacota mi ibérica “website”; presumiblemente me condenaría al calabozo de los suspensos.
A lo que iba, que era a perderme más allá del majestuoso desfiladero de Los Gaitanes, a disfrutar de sol como un reptil, a soñar fantasías sugeridas por la erosión de la arenisca –un elefante aquí, el rostro de un gorila allá- a contemplar desde lejos la llamada casita del ingeniero, idílico lugar a orillas de la presa erigido y mantenido con cargo al erario, mientras se prohíbe el paso, como si del mismísimo Pentágono se tratara.
Menos mal que unas rústicas sopas perotas reconfortan al diseñador de páginas imposibles, aclaro que perote es el gentilicio popular de los naturales de Álora (Málaga). Despido los parajes de la presa, en el término de Ardales, haciendo cábalas sobre cómo han podido pasar tantos años sin que hayan surgido campos de golf y otras zarandajas por estas lomas. ¿Por qué no me callo? A lo peor me lee algún munícipe y me pide que haga la web en serio, cosa para la que no estoy preparado.