Dejamos al polifacético creador Juan Antonio Sangil en su envidible estudio al pie del castillo de Gaucín, impresionados por su arcillas de las que emanan mensajes crípticos para enfilar Genalguacil, por las calles tan angostas como poco aconsejables para una berlina de tipo medio, ras izquierda y derecha, espejos replegados, reza lo que sepas. Conste que fue por transporte de bártulos el transitar por tales vías.
Genalguacil ha logrado llenar su casco urbano de arte contemporáneo gracias a los encuentros bianuales. Durante 15 días los genios dan vida a su obra, a cambio de pensión completa y gastos de materiales. La creación quedará en el pueblo para disfrute universal en la galería más acogedora por naturaleza. El artista se llevará en su mochila un gavilla de imborrables recuerdos y el haber logrado un hueco en la admiración colectiva, al final la producción intelectual se cobra en ego más que en euros, salvo firmas con caché.
De este modo el visitante puede contemplar todo tipo de esculturas y murales erigidas en los lugares más confortables de este núcleo serrano. Así lo mismo hallará un burro tallado en madera de castaño, un lagarto de cerámica en bajo relieve en una soleada fachada, las entrañables escenas de cerámica que Carmen Escalona plasma en arcillas, piedras de pizarra de las que afloran todo tipo de imaginaciones, línea contemporánea en perfecta fusión con la naturaleza.
El museo municipal de este pueblecito alberga aquellas obras que por su carácter perecedero precisan un abrigo climático, perdérselo sería una herejía para los sentidos.
Se recomienda visitar y degustar en cuanto se pueda, solo hace falta girar el sacacorchos de la pereza.