Los viajeros de la A-92, espina dorsal de Andalucía, no salían de su asombro ni de su coche esta mañana. Una leona se paseaba tan campante, sin respetar medianas ni líneas continuas, a la altura de Loja (Granada). El animal, tal vez cansado de tanto encierro, decidió apearse del vehículo que la transportaba. En cierto modo la comprendo, con tanta tierra y camino por recorrer. ¡Ay! triste sino el de vivir encerrada.
La felina dormía la siesta bajo un árbol cuando dieron con ella, por lo que poco trabajo les costó a los técnicos de Medio Ambiente dispararle más dosis de sueño. Quién sabe si fruto de su onirismo se imaginaba vagando bajo una puesta de sol, buscando un arroyo donde abrevar su sed de libertad. Como alguien que yo me sé, que lleva una existencia amarrado al teclado y la pantalla.