sábado, 23 de octubre de 2010

Grata sorpresa


L
As ciudades mudan sus centros neurálgicos, tal como he visto de forma palmaria en Huesca. La parte alta, prolífica en palacios y templos, se puede imaginar en otros tiempos transitada por humanos y caballos. Hoy anidan los silencios en sus piedras, rasgados durante el día por unas obras impenitentes y polvorientas.
El deambular por estas calles permite paladear el afable carácter de sus gentes. Una anciana se afana en complacer al forastero, darle charla y encaminarle hacia el museo provincial, el cual cuenta con patio octogonal que incita a dejar atrás todo asomo de barullo. Se palpa la escasez de turismo, tal vez por eso quienes llegan son recibidos como familiares.
Los comercios en esta zona presentan un estado deplorable en cuanto a clientela, muchos de ellos mantienen las instalaciones de los años 50. Hay algunos naufragados y varios con carteles de cese por jubilación. El menú a 10 euros es una constante en todos los restaurantes. El azar me llevó a uno llamado El Mojón –nombre que en Andalucía movería a guasa-, resultó un lugar muy acogedor que prepara sus viandas en un asador de leña, su dueño atiende al personal con toda cordialidad. Lástima que pille tan lejos de casa, porque de no ser así la vitrocerámica iba a criar telarañas.
La parte baja de la ciudad concentra el dinamismo. Aparte del tráfico y las prisas alberga una joya modernista de principios del siglo XX: el casino, denominado también Círculo Oscense. Me asomo con cautela a su portal, ya que un cartel prohíbe la entrada a los no socios, pero apenas cruzo la puerta uno de sus miembros me invita con toda confianza a conocer el interior. En la primera planta, la conserje me recibe y se ofrece afable a guiarme por las estancias. Todo se conserva como fue hecho en 1904. Evoca el decorado ideal para una película de burguesía feliz.
Merece la pena dejarse caer por esta tierra y aprender de sus gentes el trato que atesoran muy por encima de los monumentos y alfarjes, como el que luce espléndido en el palacio de Villahermosa.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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Tratando la conjución de ocurrencias e imágenes. No pongo música porque se cabrean los de la SGAE.