sábado, 1 de mayo de 2010

Coímbra, punto y seguido


Coímbra, con su entramado de callejas empinadas trepando hacia la universidad, pone a prueba la forma física del visitante. Se supone que alumnado estará a punto para una maratón. Menos mal que siempre queda un hueco en la “pastelaría” para meterse un buen chute de calorías. El legado árabe dejó su impronta en algo más que en el intrincado casco urbano.
La Universidad con tanta solera como años a sus espaldas clama por una restauración. El rectorado se cuida con esmero y al personal de a pie como siempre lo surcen, en esto no somos diferentes de nuestros vecinos.
El fervor religioso parece que bulle por esta parte, ya que a falta de una cuentan con dos catedrales, que lo mismo había ofertas con las indulgencias con tal de completar el aforo.
En la parte baja de la ciudad los comercios con sabor añejo subsisten, aunque se avecinen las mudanzas que vaticina Saramago en “La Caverna”.
Dejo Portugal y me temo que este cuaderno en reposo por un tiempo, ya que la asignatura de TV es como un agujero negro que engulle todo a su alrededor. Trataré de buscar alguna cuerda del universo para descolgarme hasta el planeta bloguero.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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Tratando la conjución de ocurrencias e imágenes. No pongo música porque se cabrean los de la SGAE.