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as estaciones climáticas
aparecen por estas latitudes sureñas cuando les viene en gana. La astronomía puede
decir misa sobre la llegada del otoño. Aquí los únicos ataviados para
alcanzar la Antártida son los pobres maniquíes de las tiendas de moda. Me da el
sarampión de solo mirarlos, con el mercurio cerca de 30ºC a la sombra y ellos
con abrigos y bufandas.
Repaso
algunas fotos de este verano, echo de menos el fresquito del atardecer en
Pancorbo, donde las férreas figuras de Sancho, don Quijote y Dulcinea (entre
otras) se alzan frente a los Montes Obarenes. He buceado en Internet acerca de
la autoría de las esculturas, sólo he hallado un sinfín de veces la misma desinformación,
clonada con el copia y pega. Sin que se les caiga la cara de vergüenza a los
vacuos internautas de saldo. Por ninguna parte se alude al artista.
El
personal responsable de ciertas páginas web trabaja menos que el fotógrafo del
Boletín Oficial del Estado. A lo que iba, el autor es un tal Parcacio Martínez,
según me dicen desde el ayuntamiento de Pancorbo.
En las
redes sociales, como Facebook, cada vez abundan más los especímenes con
vocación de antena repetidora. Apenas ponen de su cosecha más que
autorretratos. El término ‘selfie’ me parece una chorrada para maquillar con
brocha gorda el narcisismo. Como si preguntaran a la pantallita mágica ¿quién es
el ser más guapo de la creación? Cuando los copia y pega escriben algo por sí mismos suele estar carcomido por las faltas de ortografía y los vulgarismos.
Dejo una visión somera del paseo por Pancorbo. Burgos.