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na marca española de calzado
española encarga a otra empresa de triturado la destrucción de 180.000 pares de
sandalias, porque le sobraban en sus almacenes. Esto sale a la luz, porque la policía ha detenido a dos individuos que pusieron 30.000 zapatos a la venta en mercadillos. En lugar de hacerlos trizas y terminar en un vertedero.
Las
redes sociales, tan activistas para otras noticias, estos días se regodean con
los dedos meñiques de la reciente alcaldesa de Jerez de la Frontera. Como si
fuera un delito execrable.
Creo que
en ambos casos los medios de comunicación y los internautas se topan con las
ramas, que digo las ramas, con los primeros tallos de las hojas, para no ver el
bosque de fondo.
Admito
que vender, en lugar de despachurrar, las sandalias sobrantes contraviene el
acuerdo entre las dos entidades mercantiles. Ahora todos los iluminados hablan
de austeridad y remedios para la crisis; verbi gratia abaratar el despido,
jornadas laborales a capricho del patrón, subir el IVA los sujetos muy pasivos,
etc. En medio de esta marea de equilibrios macroeconómicos, las empresas tiran
literalmente miles de sus productos, para así vender más caro. El término
excedente es una larga cambiada para un público con el sentido crítico en
excedencia. Las ONG, que atienden a millones de personas en todo el mundo, a
buen seguro hubieran encontrado muchos pies agradecidos para esos pares de
calzado.
Los
dedos al aire de la regidora jerezana, a lo mejor incumplen los cánones de belleza helénica, pero
sirven como motivo de cotilleo a las cadenas con menos sustancia que una sopa
de tornillos. Lo triste del caso es que el personal juzgue por los pies, en
lugar de por los actos.
En esta
sociedad todo es objeto de transacción comercial, incluido El Cielo (topónimo
de un monte de Almogía, Málaga). En esta foto no hay trampa de PhotoShop, salvo
retoque del histograma de color. El texto es original.