domingo, 11 de enero de 2015

Para gustos hay colores, nunca disparos

 
T
ras los crueles sucesos en tierras galas, buena parte del personal saca a relucir lo malo, malísimo que resulta el Islam y sus creyentes. A quien suscribe le dejan indiferente las prédicas de Mahoma y las de otros muchos profetas. El núcleo de las grandes religiones dista de ser una patología social. El problema surge a partir de las interpretaciones torticeras, sectarias y aviesas, cuando no impregnadas de intereses políticos que hacen algunos lumbreras con libros “santos” en sus manos.
Hoy París se erige en la capital de la libertad de expresión, de la insumisión al terror y a la barbarie de unos descerebrados que merecen la máxima condena. Una multitud que supera el millón de personas así lo atestigua. De ahí a extender el veto contra todo lo que huela a musulmán media un abismo.
Puede que las caricaturas de marras les resultaran poco edificantes a los más ortodoxos musulmanes; pero eso en modo alguno les otorga la bula para acribillar a balazos a los demás, al menos dentro de unas coordenadas racionales.
Puede cada cual sentirse o no identificado con la revista Charlie Hebdo. Pero bajo ningún concepto podemos renunciar a la libertad de expresión y a los cauces que la regulan. Como decía Ksawery Pruszynski: “La tarea del comentarista es explicar lo que ha entendido con su mente e independientemente de que el razonamiento en cuestión guste o no guste al poder, a la Iglesia, a las masas, a la sociedad, al pueblo, a la opinión pública”.
Os dejo con unas imágenes del Mar de Alborán y de Las Alpujarras, porque para gustos hay colores; nunca crímenes.
Proa SSE, velero a las 11.

Sillas tradicionales en Las Alpujarras

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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Tratando la conjución de ocurrencias e imágenes. No pongo música porque se cabrean los de la SGAE.