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Odo el mundo conoce la habilidad de Zp y su cohorte para hacer el papel del avestruz. Con el asunto del Sahara más que papel se trata de papelón, pero no del tipo cuché, sino del elefante (aquellos rollos infames). Mirar para otro lado, mientras el gobierno marroquí comete todo tipo de tropelías en El Aaiún, convierte en cómplices de los trágicos sucesos a estos progres de salón.
La flagrante violación de los arts. 19 y 20 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, amén del uso desproporcionado de la fuerza le traen al fresco a doña Trini, ocupada como anda en repartir jabugos a quienes les sobran dólares para adquirirlos. "Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses", afirmaba John Foster Dulles, Secretario de Estado de aquellos pagos. A estos repartidores de pata negra se les ha pegado el latiguillo. Anteponen san Lucro de Marruecos a la más elemental regla de humanidad. Alegan públicamente ignorancia sobre lo que allí ocurre. Tal vez los chicos del CNI anden ocupados en seleccionar las mejores bellotas, para las patas ibéricas que entrega la jefa de la diplomacia.
A propósito de obsequios con productos de ibérico. Un amigo me cuenta que trabajaba en una oficina de importación y exportación. Como en tantos sitios los curritos remaban en galeras sin respirar por cuatro perras. El jefe, en camarote VIP, era poco admirado por los de Villabajo, en cambio los de la calle debían quererlo con locura; sobre todo cuando se acercaba la Navidad y no paraban de llegarle todo tipo obsequios. Un día que el baranda se ausentó para no sé qué gestiones en la capital del reino, interceptaron una caja de madera que casi medía lo que un ataúd. Solo que contenía un pata negra carísimo. Ni cortos ni perezosos se armaron de un buen cuchillo, pan cateto y generosos caldos. Por unanimidad decidieron un reparto más democrático. Según él, fue el jamón con mejor sabor del mundo. Si alguna vez se enteraba de aquello, estaba claro de quien fue la autoría: de Fuenteovejuna, todos a una.