miércoles, 7 de abril de 2010

Rías Bajas 01


Decir Rías Baixas es mentar el sabor a Atlántico, a mar a lo grande, aspirar el aroma a algas y como no, al inconfundible marisco, bien regado con un elegante y suave ribeiro, servido a 10ºC para que se ponga el paladar a segregar antes del primer bocado.
Pero Galicia va más allá de su gastronomía, su arquitectura peculiar y su gente cautivarán al visitante, que en absoluto se sentirá en tierra hostil, incluso se nota el esfuerzo por “falar” en la lengua común para mejor entendimiento.
Sanxenxo presenta una presión urbanística muy acusada en su núcleo principal, por lo que será mejor internarse por alguna de sus parroquias como Adina o la playa de Pedras Negras, sin perderse el paso por la pintoresca punta de la Lazanda con las islas Ons al fondo, un espectáculo impresionista de luz y dinamismo.
La Toja resulta una isla con aires bastante “gürtelianos” a juzgar por los automóviles, campo de golf y viviendas de la zona, poco acogedora salvo la plástica de algunos encuadres en torno al puente que la une con O Grove. En este núcleo la oferta de restauración resulta más moderada, sin sacrificar la calidad.
La red viaria gallega presenta un trazado bastante intrincado y peculiar, por lo que es aconsejable llenar la maleta de paciencia y revolear el GPS. En caso de querer acortar tiempo la autopista es la única solución.
En la próxima entrada completaré la visión galega do nómada.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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