martes, 21 de junio de 2011

El llanto imposible (II)

A
quella improvisada parasicóloga quiso seguir los pasos por la galería, pero un inesperado arco voltaico se interpuso en su camino. Elena se quedó más quieta que un mimo, su mente era una masa de hielo, apenas pudo recobrar una parte de su actividad encefálica; recogió la grabadora y se descolgó hasta la calle por unos andamios con la agilidad de un simio.
Fuegos artificiales. Foto propia.
Dudó bastante antes de conectar y reproducir lo grabado en el portátil, los azulados flecos del amanecer, al invadir su habitación por las rendijas de la persiana, le infundieron el valor suficiente. Con algunos ajustes del programa editor de audio pudo transcribir el contenido:
-       Mamá, ¡por Dios no! ¡Que no se lo lleve, que es mi hijo!
-       Haberlo pensado antes de acostarte con ese “pelajopos”. Una Lupiáñez-Alcotán siempre sabe cuál es su obligación. ¡A ver con quién demonios te casamos ahora! Luciana, llévate de aquí enseguida esa cría de satanás y deshazte de ella.
En tono casi de murmullo se distinguía una voz más ronca:
-       ¿Señora, lo echo al Charco del Infierno como las crías de la  gata?
-       Luciana, no me lo cuentes ni a mí ni a Dios, pero hazlo ahora mismo sin que nadie te vea. Vamos corre.
Los mismos pasos sobre el suelo de madera que Elena percibió en primera persona ponían fin al fichero de audio. Buscó en Internet información sobre el Charco del Infierno, pero los que halló estaban en otras provincias. Algún abuelo del campo tenía que saber de aquel lugar.
Juanillo el Caracoles, apodado así porque era esta la principal mercancía que ofrecía a las puertas del mercado, cuando no eran higos chumbos, conocía todos los rincones de aquellos contornos. El anciano se extrañó de que aquella joven le preguntara por el sitio?
-       ¿Niña, tú “pa” qué quieres saber “ande” está eso? Si hace años que casi ni se “pué” llegar allí.
-       Juanillo, es… para un trabajo de la Universidad.
-       Bueno, mira eso está cerca de la casilla de lo Cotarro, a mano izquierda de la carretera vieja del pantano. ¡Valientes pamplinas que “jaséis” ahora los estudiantes!
PD. Paciencia, aún me falta perfilar el desenlace.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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Tratando la conjución de ocurrencias e imágenes. No pongo música porque se cabrean los de la SGAE.