lunes, 9 de junio de 2008

Asina no, majestá, con los deos






Apenas un suspiro, para colarme por ese decorado desconchado, de lo que fue la Meca del turismo nacido en la década de los sesenta, llamada por Forges –creo recordar- “de la alpargata al 600”. Me refiero a Torremolinos, otrora buque insignia de la hostelería de sol y playa. Hoy decadente negocio donde abunda una calidad tirando a tienda de los chinos: proliferan bares que ofertan muchas papas fritas congeladas, bloques de apartamentos subproducto del desguace de un hotel de tronío como el Santa Clara, jubilados de centro Europa que pasean desnudas y blancas panzas altivas por la calle San Miguel, que sigue siendo el “cardo máximo” del trasiego peatonal, para desembocar, como no, en la escalinata que desciende hasta la playa. En cuyos primeros peldaños se asienta una bodega Quitapenas. Aún no ha comenzado la temporada alta y los huecos están presentes.
Menos mal que el barrio de la Carihuela, en esta especie de naufragio urbanístico y mercantil ha sobrevivido, desaguisados ha soportado, pero son más estimables los guisos que se sirven en sus incontables restaurantes, bueno más que guisos marisco y "pescaíto", sin desdeñar las paellas de Casa Juan, o los espetos de sardinas en plena playa.
Cuentan los diarios de principios del siglo XX que Alfonso XIII, de visita por estas latitudes, fue llevado a deleitarse con estas especies tan ricas en Omega 3, él tan ignorante de los ácidos oléicos y tan fino a la vez se dispuso a dar buena cuenta de ellas armado de cuchillo y tenedor, cuando Juan “el cojo” que regentaba el negocio le recriminó: “Asina no, majestá, con los deos”.
Nota: los espetos de sardinas, consisten en asar al calor de las brasas estos pescados sazonados con sal gorda, pinchados en una media caña, clavada en la arena y en dirección opuesta a la del viento, fue un método culinario tradicional de los marengos que sabe Dios cuando se inició, pero sigue.

9 comentarios:

Carlota dijo...

No conozco Torremolinos, pero claro, según te iba leyendo, se me iban quitando las ganas... hasta que llegué al barrio de la Carihuela... hijo, qué bonita foto la de ese patio, y no te digo nada de las sardinas, mmm, hasta me parece olerlas... y eso que es difícil superar las de mi tierra :P. Muy buena la anécdota... quien le vería comerlas con cuchillo y tenedor de no haber dicho nada Juan el cojo ;). Un beso... ¿qué tal los exámenes? Espero que bien.

Glo dijo...

¡Qué ganas me han entrado de unas buenas sardinas asadas!¡Con lo poco que me gustaban de niño y lo mucho que me gustan ahora!

Luna Carmesi dijo...

Gracias por esa foto (*), por saber de ese barrio y por esas sardinas!!
Besos

(*)Sublime primera foto.

Lia dijo...

Hola Nómada. Me encantó la foto de los balcones y las macetas con geranios u hortensias, más me parecen geranios. Que interesante los pescados, parecen anticuchos gigantes (en otros países le dicen pinchos). Me encantan tus fotos y la descripción que haces. Las papas fritas congeladas eso si que no me gusta.

Nómada planetario dijo...

Encantado de haber divulgado un cachito más de esta tierra, así como de haber despertado el apetito.
Quedan convidados -as.

Anónimo dijo...

¡Ay, esos espetos tan añorados! Dentro de nada estoy por mi tierra ...

Nómada planetario dijo...

Pilar:
Como se nota la atracción, eh?

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

Te voy a confesar una debilidad de tú a tú: me pierden las sardinas y las fachadas encaladas y con geraneos y si las docaras con un texto como el tuto... me quedo.
besotes

Nómada planetario dijo...

Por estas tierras abundan los pueblos de calles empinadas, fachadas encaladas y macetas salpicando color.
A ver si te pasas por estos lares alguna vez.
Besos blancos sobre textura irregular.

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