sábado, 7 de agosto de 2010

Alpes visa platino


La disyuntiva entre playa o montaña carece de sentido para el nómada, quien por vivir a orillas del Mediterráneo aprovecha cualquier ocasión para subir a la montaña. Total si se extravía siempre habrá algún san Bernardo dispuesto a socorrerlo con un generoso trago de coñac.
Por esta tierra, Marbella está tomada por los fans de la hamburguesa con gazpacho. Esto debe ser el acontecimiento del milenio, a juzgar por el papanatismo en el que están volcados los medios de comunicación serios, los cuales para justificar la “hiperobamamanía” generada no dudan en intercalar declaraciones de algún personaje de la calle, quien expresa su gran desolación por no poder alcanzar con la vista a la Sonsoles de la Casa Blanca. La vida tiene reveses amargos para quien tiene vocación de convertirse en un clon del mocito feliz.
Aprovecho un hueco en la huelga de los gendarmes del cielo para descubrir ciertos rincones alpinos de Suiza, Zermatt para ser más exacto. Tal vez sea nostalgia de aquella Heidi que correteaba en las montañas de nuestra infancia. Claro que aquella niña era feliz porque no tenía que manejar un céntimo, en cambio la cruda realidad de los mortales es otra. Se puede llegar en coche hasta Täsch, pero aquí te obligan a dejar el vehículo en los aparcamientos tarifados a precio de oro; luego debes coger un tren hasta Zermatt, que como tantos otros del país helvético viene a salir casi a euro el kilómetro. ¿Cobrarán esos maquinistas sueldos de controlador aéreo español?
De todo el mundo recorrido puedo afirmar sin vacilaciones que Zermatt es la localidad más cara que he visitado. Los francos suizos vuelan a velocidad de vértigo. El esfuerzo merece la pena, es una población única. De entrada están prohibidos los vehículos a motor, sólo circulan una especie de taxis eléctricos y carromatos tirados por caballerías, para los más pastosos. Llegué casi anocheciendo, con lluvia, el personal apenas habla francés (aquí domina el alemán), casi nadie conocía las señas del apartamento de destino. Así que tuve que arrastrar las maletas ladera arriba un buen trecho, hasta que un camarero marroquí me indicó en cristiano cual era mi santuario por estos días. Alá se apiadó de mí.
La subida al Gornegrat en tren de cremallera es una excursión imperdible, constituye el punto de encuentro de los montañeros que se atreven con una gira alpina que pasa por el Monte Rosa (4.634 metros) y remata con el Matterhorn (4.478 metros). Estas cumbres, rodeadas de glaciares le hacen sentir a uno más cerca de sí mismo. El clima es voluble en extremo como la vida, sales del pueblo envuelto en niebla, llegas arriba con sol y al poco rato se pone a nevar. Por lo tanto no hay mal tiempo, sino excursionista mal pertrechado. San chaquetón North Face no debe faltar en tu santoral.

20 comentarios:

Recomenzar dijo...

Muy lindo tu relato me dan ganas de viajar. Te dejé un pensamiento en mi blog para que asi podamos conocernos más
:)

MarianGardi dijo...

Bella Suiza y buenas son las escapadas de los sitios turísticos.
Un abrazo, quizás te gustaría ver mi galería de fotos, casi todos los días subo nuevas.
Besos

http://www.ipernity.com/doc/161806/show

delaRosa dijo...

Guauuu... La montaña brinda espectaculares imágenes y tu las has plasmado con una claridad diáfana, incluso a través de cristales.
Y yo que te hacía sudando la gota gordaa tirado en la arena sureña...

Besines desde La Cantábrica:))

Alís dijo...

Entre grandes montañas uno se reconcilia consigo mismo, con lo que en realidad es. La fuerza de la naturaleza nos pone en nuestro lugar.
Bellas fotos y un viaje envidiable.

Besos

Steki dijo...

Ahhhhhh, qué dichoso, mi querido Nómada. Una belleza. A juzgar por tremenda foto del Matterhorn hubiera dicho que era más alto que nuestro Aconcagua pero viendo la altura real, no, es más bajo. Imponente, realmente. Felicitaciones por las fotos!
Besitos.

MAR dijo...

Yo me quedo con la playita!!!
Aunque tú haces que todo sea bonito.
Besos para tiiiii con mucho cariño.
mar

añil dijo...

Toda la razón del mundo, doy fé de lo cara que es la zona pero piensa en el dineral que pagaremos los dependientes del aire acondicionado y las vistas no son comparables, ¿no crees?

Feliz estancia.

Un beso

Belén dijo...

Es curioso, yo que estoy a mitad de camino entre la playa y la montaña, siempre preferiré la montaña... la playa me aburre...

Besicos

Glo dijo...

Buen reportaje, nómada.

Tus crónicas me recuerdan las historias de bandoleros y asaltantes de caminos, sólo que un poco menos sangrientas.

Estos días preparo un viaje al centro de Francia para ver a unos familiares, y menos mal que cuento con la ayuda de la guía Michelín, porque el país está erizado de autopistas de peaje cuyo fin es desplumarle a uno.

gaia56 dijo...

Sentí lo que cuentas... maravillosoos paisajes.
Un beso.

carmen dijo...

Me alegra renecontrarme en los Alpes con el nómada, después de días de descanso...
Recuerdo mis quince años, pasé un verano cerca del Mont Blanc. Y fue maravilloso
Abrazos!

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

estupendo escrito, buenísimas fotos como era de esperar.
Un besote de campo, aquí sigo

Trini Reina dijo...

Mir por donde, he realizado un viaje a las montañas y he tomado a través de las imágenes, un poco de fresquito, que bien me viene.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Fantásticas las fotos que compartes. Me encanta conocer lugares nuevos en tu blog. Ah y me encantaba Heidi :)
Un beso

creaciones un zapatito de cristal dijo...

vaya ahora los alpes me encanta la naturaleza eso si es perderse besitos gaviota

Sue dijo...

Me encanta este lugar! y además son los reyes del chocolate (aunque yo prefiero el gazpacho).
Al cuerno con Heidi, me quedo con Pedro :)

¿Te he dicho alguna vez que te envidio por encima de todo?

Pilar Moreno Wallace dijo...

Mientras yo buscaba la playa, te dedicabas a la montaña. Una elección muy intersante y que te habrá proporcionado preciosas experiencias. He leído tus anteriores entradas sobre el viaje a Roma. Como tengo también planes que me llevarían a esa dirección, me ha parecido de lo más interesante lo que escribes. Si decido ir a ver el Vaticano seguiré tus consejos. Y ya estoy advertida de los precios ...
Un saludo -de nuevo desde Holanda- y a seguir disfrutando del verano: veo que hoy hace 37 grados? He regresado a tiempo ....

Verónica Calvo dijo...

A mi me pasa como a ti, que huyo y me voy a la montaña. En septiembre me voy a Auvernia, a hartarme de senderismo entre volcanes apagados y tranquilidad.
Disfruta.

Está interesante lo que cuentas.

Un besito.

Carmen dijo...

jolín con el nómada!

cualquier día me compro un casco y me empercho :)

un relato estupendo con fotografías que lo acompañan

pero como aceptas sugerencias te diré que recuerdo una vez a Heidi lidiando con el maldito parné cuando le compró panecillos blancos a la abuela de Pedro, jajaja

besos al son del aire acondicionado

Mertxe dijo...

No he podido resistirme a dejar la cima y llegarme a estas bases. Veo que te has frigorizado estas vacaciones. Adoro el mar, pero cuando subo a una montaña algo en mi interior se me despierta violentamente. La altura, la pureza del aire, la soledad... no hay nada como eso para sentir la vida.

Otro abracito.

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Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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