Viernes 21, tras una noche cargada de relámpagos y truenos amanece el valle del Guadalhorce con la calma en lontananza.
Por fin suspiran aliviadas algunas almas, "qué susto me dan las tormentas". Me fascina la fuerza del rayo que ilumina gratis el firmamento, dominando las nubes sin obstáculos, recordándonos la fragilidad humana, esquivo para su fotografía, sin pautas horarias, mágico aunque a veces trágico y esto no es perdonable, pero como toda fuerza sobrehumana tiene su parte negativa constitutiva de un peaje por el espectáculo que nos brinda.
Para compensar subo otra imagen más bucólica, tomada hace escasos minutos.
Por fin suspiran aliviadas algunas almas, "qué susto me dan las tormentas". Me fascina la fuerza del rayo que ilumina gratis el firmamento, dominando las nubes sin obstáculos, recordándonos la fragilidad humana, esquivo para su fotografía, sin pautas horarias, mágico aunque a veces trágico y esto no es perdonable, pero como toda fuerza sobrehumana tiene su parte negativa constitutiva de un peaje por el espectáculo que nos brinda.
Para compensar subo otra imagen más bucólica, tomada hace escasos minutos.
Despedida del primer domingo de otoño.
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